Por Pedro García
A querer o no, a Morena, es decir, al Presidente, sólo le queda, como último recurso, el “plan c” electoral para intentar la permanencia en el poder. El plan c, los votos en masa.
Pero, un eventual triunfo en el 2024 todavía podría frustrarse a Morena considerando distintos planos:
Sufriría, el partido del Presidente, un probable rechazo de la candidatura en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación si, eventualmente, no descartable, hay denuncias de la oposición por actos anticipados de campaña y hasta la intromisión de AMLO en el resultado de los comicios derivado de posibles pronunciamientos, en la Mañanera.
Al Presidente no le han faltado preguntas de los reporteros sobre la materia electoral o procesos internos de Morena, por ejemplo. Si bien AMLO se ha cuidado de no hacer declaraciones electoreras, la tentación no descansa y, en una de esas, podría perder pisada política.
Asimismo, la oposición (derrotada) impugnará el resultado del 2024, en donde, será relevante el papel del Tribunal Electoral enemigo declarado de AMLO quien, al igual que a la Corte, no para en mientes para señalar de corruptos a los magistrados. Por lo tanto, el TRIFE aguardaría el momento para cobrarle todas a López Obrador, como ya lo hizo la Suprema Corte de Justicia de la Nación al tirarle el “plan b” electoral, para regocijo de la oposición.
El panorama de las elecciones presidenciales y las del Congreso de la Unión está claramente dibujado en el sentido de que será un episodio de alta conflictividad con riesgo a la estabilidad socio económica del país. Pero, en esto último no repara la oposición puesto que no le interesan los medios sino el resultado final: desplazar a Morena.
En cuanto a Morena, sus dirigentes (el Presidente por delante) deben cuidar el proceso de selección de su abanderad@ y evitar la deserción de uno o dos aspirantes, frustrados por el resultado de las encuestas que arrojarán al candidat@
Uno: ¿Marcelo caerá en un berrinche tipo Manuel Camacho? Dos: Noroña, ¿cumplirá su palabra de apostar por la unidad del movimiento, aun si no es agraciado por las encuestas?
Tres: ¿Es verdad que Claudia (es Claudia) es la preferida, y que la ciencia de las encuestas confirmará esa calidad política?