El pasado 3 de noviembre ocurrió en Zacatecas un hecho lamentable de ignominia que para muchos pasó inadvertido, excepto para los senadores, algunos intelectuales y amigos, así como los medios de comunicación de avanzada, aquellos que son objetivos y progresistas.
Es evidente que en ese estado hay un retroceso claro. La represión intelectual, vengativa y retrógrada –así se le puede considerar– del grupo empresarial Peñoles, presidido a escala nacional por Alberto Bailleres González; a escala local por Octavio Alvídrez, un súbdito sumiso de ese señor y director de la empresa en Fresnillo, Zacatecas; además, por un sujeto ignorante y burdo que utilizan para amenazar y agredir constantemente a los trabajadores mineros, un tal Carlos La Marrana Pavón; así como con la complicidad y la protección abyecta del gobernador David Monreal, y de toda una red de golpeadores y porros pagados por esos empresarios.
Con sus acciones gangsteriles, trataron de enviar varios mensajes que mencionaré en este texto. En primer lugar, nos quisieron decir que Zacatecas es de su propiedad y allí sólo entran los que ellos aceptan y autorizan. En segundo, que no les interesa la cultura y buscan evitar la presentación de mi libro El triunfo de la dignidad, porque puede alterar la conciencia de los trabajadores y la sociedad zacatecana. De acuerdo con su limitada y cerrada visión, el pueblo de Zacatecas está adormilado y controlado por el poder que ejerce este grupo para generar unos cuantos empleos de alto riesgo y de mala calidad en el estado. Dichas acciones reflejan el más puro estilo de la época de la Inquisición, cuando se quemaban libros y personas, así como del pensamiento fascista del siglo XX.
En tercer lugar, el mensaje del dirigente de Grupo Peñoles es que están en contra de cualquier fuerza generadora de cambios, como la Cuarta Transformación, de la que soy parte y que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador. Los cómplices de Bailleres consideran que pueden violar la ley descaradamente, en especial el libre tránsito garantizado por la Constitución Política de México si lo consideran un peligro para sus intereses. Sin embargo, no lo dicen abiertamente porque en el fondo son hipócritas, cínicos y cobardes.
Sin duda, sus fortunas se han hecho en nuestro país bajo el amparo y la protección de gobernantes espurios, de seudolíderes o marionetas escogidas y entrenadas por ellos, de origen turbio, y que representan la escoria del sindicalismo y de la sociedad. No admiten que sus riquezas materiales están construidas sobre la explotación irracional de los recursos naturales no renovables que son propiedad de la nación y de la mano de obra que en algunos casos ha estado dispuesta a todo, a cambio de un ingreso mínimo para sus familias. Estas personas sin escrúpulos humillan, ofenden y utilizan a los trabajadores para sus fines oscuros y perversos debido a su ambición y a la necesidad económica. Todo bajo la impunidad, el chantaje y el tráfico de influencias permitidos por los gobiernos anteriores y en algunos casos, como en el de Zacatecas, con acciones de sometimiento y corrupción para sastisfacer esos enormes deseos de poder. La traición interna generalmente es la peor.
En dicha entidad, tanto el gobierno municipal como el estatal se negaron a intervenir para frenar o detener a los golpeadores y gángsters de Fresnillo y regiones aledañas que bloquearon nuestro evento cultural y destruyeron y saquearon las puertas, cristales y mobiliario del Teatro Calderón, considerado patrimonio cultural de la humanidad por la Unesco.
La ignominia y la vergüenza de esos hechos circularon a escala nacional e internacional, pero la impunidad de Bailleres y sus cómplices se mantiene. Con sus acciones retaron a un proyecto de transformación política, económica y social que busca eliminar la corrupción, separar el poder económico del político y crear un marco legal irreversible para impulsar el bienestar y la prosperidad para los mexicanos y no sólo para unos cuantos ignorantes de la historia.
Con esos indignantes e inmorales actos, lo que nos mostró ese grupo empresarial es que es y será enemigo de este gobierno encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, pero lo que exhibieron también –aparte de su cerrazón, conservadurismo y falta absoluta de cultura– es que están dispuestos a llegar a todo y comprar a quien sea necesario para sus sucios y perversos fines, con tal de mantenerse con el control férreo y egoísta de sus negocios y privilegios.
Totalmente contrario a las presentaciones exitosas de mi libro El triunfo de la dignidad, las cuales estuvieron muy concurridas, y se realizaron en la Ciudad de México, Oaxaca, Monterrey, Guanajuato y San Luis Potosí, con la participación de políticos y académicos de primer nivel. Lo que sucedió en Zacatecas es signo del caciquismo primitivo y la pobreza intelectual de quienes lo impidieron.
Por respeto y por amor al pueblo de México esto debe cambiar ya y de fondo. El lema de esos personajes siniestros no puede seguir siendo el del dictador Augusto Pinochet de “contra la razón y por la fuerza”. Sería un retroceso histórico.